Hago un llamamiento a la conciencia de los que tienen responsabilidades políticas a nivel local e internacional a fin de que cese esta tragedia y se lleve aocnsuelo a esa querida población
(José M. Vidal).- «Dar razón de la esperanza que habita en nosotros». Ése fue el tema de la catequesis del Papa Francisco. «Nuestra esperanza es Cristo» y damos razón de ella, cuando tratamos a los demás con «dulzura y benevolencia», llegando incluso a perdonar «a los que nos hacen daño». En los saludos, Bergoglio muestra su cercanía a las víctimas del atentado de San Petersburgo y reprueba, horrorizado, las «inaceptabled matanzas» con armas químicas en Siria. Y pide a los políticos que pongan fin a esa larga guerra.
En medio de la multitud, que congrega todos los miércoles y domingos en la Plaza de San Pedro, Francisco consigue concretar y personalizar. No se dirige a la masa, sino a las personas y, entre la gente que lo aclama, señala a alguien en concreto (hombre o mujer, pero sobre todo a niños y ancianos). Sigue su principio de que el amor hay que concretarlo. Y hasta se para a tomar el mate que alguien le ofrece. Y cuando se baja del papamóvil, se acerca a abrazar a una anciana. Y cuando le traen un bebé que llora, lo besa y trata de consolarlo.
Lectura de la carta de San Pedro:
«Hermanos, tened todos el mismo sentir. Sed solidarios en el sufrimiento. Quereros como hermanos. Tened un corazón compasivo…no deolváis insulto por insulto…No les tengaís miedo ni os amedentréis…Dispuestos siempre a dar a quien os pida una razón de vuestra esperanza»
Algunas frases de la catequesis del Papa
«El Señor siempre está a nuestro lado y nunca nos abandona»
«¿Cuál es el secreto de esta carta de Pedro? Sé que hoy cogeréis el Nuevo Testamento, buscaréis la primera carta de Pedro y la leeréis, para entender su secreto»
«El secreto está en que este escrito hunde sus raíces directamente en la Pascua, el misterio que vamos a celebrar»
«Cristo ha resucitado. Y éste es uun buen saludo para darnos el día de Pascua»
«Por eso, el apóstol nos recomienda dar razón de nuestra esperanza»
«La esperanza no es un concepto, no es un sentimiento ni un teléfono móvil ni las riquezas. Es una persona, es el Señor Jesús»
«Los pueblos eslavos se saludan el día de Pascua con este saludo: ‘Cristo ha resucitado'»
«Hay que dar razón de la esperanza sobre todo con el testimonio de la vida»
«Jesús, nuestro modelo de vida»
«Hacer lo mismo que Él hacía»
«Nuestra esperanza no puede permanecer escondida en nuestro interior…Nuestra esperanza debe necesariamente expresarse hacia afuera, tomando la forma de la dulzura, del respeto y de la benevolencia hacia el prójimo, llegando iuncluso a perdonar al que nos hace mal»
«La persona que no tiene esperanza no consigue perdonar ni dar el consuelo del perdón»
«El mal no se vence con el mal, sino con la humildad, la misericorida»
«Los mafiosos creen que el mal se vence con el mal y, por eso, se vengan, porque los mafiosos no tienen esperanza»
«Cuando sufrimos por el bien, estamos en comunión con el Señor»
«La bendición no es una formalidad ni sólo un signo de cortesía, sino un don grande que hemso recibido y que podemos compartir con los hermanos»
«Pedro nos llama felices, porque cada vez que tomamos la parte de los últimos y marginados o que no respondemos al mal con el mal, sino perdonando, sin venganza, y bendiciendo, resplandecemos como signos vivos y luminosos de esperanza, convirtiéndonos en instrumentos de consolación y de paz, según el corazón de Dios».
Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
¡La Primera Carta del Apóstol Pedro lleva en sí una carga extraordinaria! Es necesario leerla una, dos, tres veces para entender, esta carga extraordinaria: logra infundir gran consolación y paz, haciendo percibir como el Señor está siempre junto a nosotros y no nos abandona jamás, sobre todo en los momentos más delicados y difíciles de nuestra vida. Pero, ¿cuál es el secreto de esta Carta, y en modo particular del pasaje que hemos apenas escuchado (Cfr. 1 Pt 3,8-17)? Esta es la pregunta. Yo sé que ustedes hoy tomarán el Nuevo Testamento, buscarán la Primera Carta de Pedro y la leerán con calma, para entender el secreto y la fuerza de esta Carta. ¿Cuál es el secreto de esta Carta?
1. El secreto está en el hecho de que este escrito tiene sus raíces directamente en la Pascua, en el corazón del misterio que estamos por celebrar, haciéndonos así percibir toda la luz y la alegría que surgen de la muerte y resurrección de Cristo. Cristo ha resucitado verdaderamente, y este es un bonito saludo para darnos los días de Pascua: «¡Cristo ha resucitado! ¡Cristo ha resucitado!», como muchos pueblos hacen. Recordándonos que Cristo ha resucitado, está vivo entre nosotros, está vivo y habita en cada uno de nosotros. Es por esto que San Pedro nos invita con fuerza a adorarlo en nuestros corazones (Cfr. v. 16). Allí el Señor ha establecido su morada en el momento de nuestro Bautismo, y desde allí continúa renovándonos y renovando nuestra vida, llenándonos de su amor y de la plenitud del Espíritu. Es por esto que el Apóstol nos exhorta a dar razones de la esperanza que habita en nosotros (Cfr. v. 15): nuestra esperanza no es un concepto, no es un sentimiento, no es un teléfono celular, no es un montón de riquezas: ¡no! Nuestra esperanza es una Persona, es el Señor Jesús que lo reconocemos vivo y presente en nosotros y en nuestros hermanos, porque Cristo ha resucitado. Los pueblos eslavos se saludan, en vez de decir «buenos días», «buenas tardes», en los días de Pascua se saludan con esto «¡Cristo ha resucitado!», «¡Christos voskrese!», lo dicen entre ellos; y son felices al decirlo. Y este es el «buenos días» y las «buenas tardes» que nos dan: «¡Cristo ha resucitado!».
2. Entonces, comprendemos que de esta esperanza no se debe dar tantas razones a nivel teórico, con palabras, sino sobre todo con el testimonio de vida, y esto sea dentro de la comunidad cristiana, sea fuera de ella. Si Cristo está vivo y habita en nosotros, en nuestro corazón, entonces debemos también dejar que se haga visible, no esconderlo, y que actúe en nosotros. Esto significa que el Señor Jesús debe ser cada vez más nuestro modelo: modelo de vida y que nosotros debemos aprender a comportarnos como Él se ha comportado. Hacer lo mismo que hacia Jesús. La esperanza que habita en nosotros, por tanto, no puede permanecer escondida dentro de nosotros, en nuestro corazón: sino, sería una esperanza débil, que no tiene la valentía de salir fuera y hacerse ver; sino nuestra esperanza, como se ve en el Salmo 33 citado por Pedro, debe necesariamente difundirse fuera, tomando la forma exquisita e inconfundible de la dulzura, del respeto, de la benevolencia hacia el prójimo, llegando incluso a perdonar a quien nos hace el mal. Una persona que no tiene esperanza no logra perdonar, no logra dar la consolación del perdón y tener la consolación de perdonar. Sí, porque así ha hecho Jesús, y así continúa haciendo por medio de quienes le hacen espacio en sus corazones y en sus vidas, con la conciencia de que el mal no se vence con el mal, sino con la humildad, la misericordia y la mansedumbre. Los mafiosos piensan que el mal se puede vencer con el mal, y así realizan la venganza y hacen muchas cosas que todos nosotros sabemos. Pero no conocen que cosa es la humildad, la misericordia y la mansedumbre. ¿Y por qué? Porque los mafiosos no tienen esperanza. ¡Eh! Piensen en esto.
3. Es por esto que San Pedro afirma que «es preferible sufrir haciendo el bien, si esta es la voluntad de Dios, que haciendo el mal» (v. 17): no quiere decir que es bueno sufrir, sino que, cuando sufrimos por el bien, estamos en comunión con el Señor, quien ha aceptado sufrir y ser crucificado por nuestra salvación. Entonces cuando también nosotros, en las situaciones más pequeñas o más grandes de nuestra vida, aceptamos sufrir por el bien, es como si difundiéramos a nuestro alrededor las semillas de la resurrección, las semillas de vida e hiciéramos resplandecer en la oscuridad la luz de la Pascua. Es por esto que el Apóstol nos exhorta a responder siempre «deseando el bien» (v. 9): la bendición no es una formalidad, no es sólo un signo de cortesía, sino es un gran don que nosotros en primer lugar hemos recibido y que tenemos la posibilidad de compartirlo con los hermanos. Es el anuncio del amor de Dios, un amor infinito, que no se termina, que no disminuye jamás y que constituye el verdadero fundamento de nuestra esperanza.
Queridos amigos, comprendemos también porque el Apóstol Pedro nos llama «dichosos», cuando tengamos que sufrir por la justicia (Cfr. v. 13). No es sólo por una razón moral o ascética, sino es porque cada vez que nosotros tomamos parte a favor de los últimos y de los marginados o que no respondemos al mal con el mal, sino perdonando, sin venganza, perdonando y bendiciendo, cada vez que hacemos esto nosotros resplandecemos como signos vivos y luminosos de esperanza, convirtiéndonos así en instrumentos de consolación y de paz, según el corazón de Dios. Así, adelante con la dulzura, la mansedumbre, siendo amables y haciendo el bien incluso a aquellos que no nos quieren, o nos hacen del mal. ¡Adelante!
Texto íntegro del saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas:
El apóstol Pedro nos invita a dar razones de la esperanza que habita en nuestros corazones. Esta esperanza no es un concepto ni un sentimiento, sino una persona, Jesús resucitado, que, desde nuestro bautismo, vive en nosotros, renueva nuestra vida y nos colma con su amor y con la plenitud del Espíritu Santo.
Este tesoro no podemos ocultarlo, tenemos que compartirlo y darlo a conocer con el testimonio de nuestra vida. Es necesario que la esperanza tome la forma de dulzura y de bondad para con el prójimo, y también de perdón para los que nos han hecho daño, convencidos de que el mal solamente se vence con la humildad y la misericordia.
San Pedro nos dice además que es mejor sufrir haciendo el bien que haciendo el mal, porque cuando sufrimos por el bien, estamos en comunión con Jesús, que aceptó el sufrimiento por nuestra salvación. Cuando vivimos esta realidad, nos convertimos en sembradores de resurrección, y en portadores de un perdón y de una bendición que son el anuncio del amor sin medida de Dios, fundamento de nuestra esperanza.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Los animo a vivir con intensidad los días de la Semana Santa. Que la contemplación de la Pasión y Muerte de Jesús, nos asegure en la esperanza de la resurrección, y nos ayude a ser instrumentos de su consuelo y de su amor para todos nuestros hermanos. Que Dios los bendiga.
Saludo del Papa en italiano
«Mi pensamiento va en este momento al grave atentado de los días pasados en la ciudad de San Petersburgo, que provocó víctimas y desgracia en la población.
«Mientras confío a la misericordia de Dios a los que han muerto trágicamente, expreso mi espiritual cercanía a sus familiares y a todos los que sufren a causa de este dramático evento»
«Asistimos horrorizados a los últimos acontecimientos en Siria. Expreso mi firme disgusto pro las inaceptables matanzas que tuvieron lugar ayer en la provincia de Idlib, donde fueron asesinadas decenas de personas inermes, entre ellas tantos niños».
«Rezo por las víctimas y por sus familiares y hago un llamamiento a la conciencia de los que tienen responsabilidades políticas a nivel local e internacional a fin de que cese esta tragedia y se lleve aocnsuelo a esa querida población desde hace tanto tiempo probada por la guerra.
«Animo a los que se esfuerzan por llevar ayuda a los habitantes de aquella región»